Me lo dijo Pérez. Por Verdad Radical






Escuchar: lo que me gusta oir
Hacer: pasar intereses particulares por intereses generales
Explicar: racionalizar incongruencias y mentiras para hacerlas pasar por razonables e inevitables


5,75


Las palabras son importantes y los nombres también, por eso, no es buena señal que los asesores de campaña del nuevo candidato no lo hayan sabido nombrar adecuadamente. Demasiadas tentativas para un final errado. Primero Alfredo, para acercarlo a la gente, y ahora con “R” de Rubalcaba, siempre huyendo del apellido común, Pérez. Lo que no es nombrado “no es” y lo que es nombrado “es”, por eso si no se sabe muy bien quien se es, o/y cómo se es, la impresión que se da no es buena. Del mismo modo que huir del Rodríguez o del Pérez tampoco lo es. Todo ello denota una falta de carisma inicial que poco ayuda. El carisma de Felipe González le permitió ser siempre y desde siempre, Felipe González y no Felipe G. Márquez, máxime cuando su apellido es aun más corriente que los dos anteriores. Así que sí, las palabras y los nombres son importantes y por eso, esta no ha sido la mejor manera de comenzar la presentación del nuevo candidato del PSOE. Si a esto añadimos la ambigüedad y farragosa confusión a la que da lugar la introducción de su discurso, el error es aun mayor. Con “R” de Racional, Rápido, Razonable, Realista, Receptivo, Reconocido, Recto, Reflexivo, Reformista, Regenerador, Relajado, Relator, etc… cuando ya a estas alturas, hasta un niño asocia la “R” con la “R” de Rajoy. ¿Un intento por arrebatar esa R del nombre, del ser nombrado, del protagonismo de su oponente?, no se. Sea como quiera que finalmente se le “bautice” en esta pretendida renovación de la imagen de uno de los activos más “R”esistentes de nuestra historia política, Rublacaba nos ha ofrecido un discurso sólido, coherente y muy político, aunque no exento de “medias verdades” y como siempre, de promesas que llegado el caso no podría cumplir. A continuación detalles de lo mejor y lo peor:


LO MEJOR

  • Aparece como virtual ganador proyectándose hacia el futuro en el que aplicará las medidas que propone (define la situación dándolo por hecho, de forma inconsciente e imperceptible)
  • No es marrullero defiende un política limpia, (no muchas referencias directas al adversario)
  • Discurso bien elaborado organizado y programático didáctico con puntos y temas concretos
  • Se separa de la política y políticos anteriores, les da las gracias y se distancia de ellos, les alaba y justifica (anécdota de Zapatero)
  • Se alinea con el Real Madrid frente a la preferencia de Zapatero por el Barça
  • Repite varias veces al comienzo del discurso para generar confianza, la expresión “de corazón”


LO PEOR
  • ¿Cómo explicar que no se apliquen las medidas que se proponen cuando se está gobernando?
  • ¿Cómo justificar la presentación de un programa para ganar y que es de urgente aplicación y que no se implementa a pesar de que se esté gobernando?
  • Resulta poco brillante e “ilusionante”
  • Intenta contemporizar falsamente con el discurso del 15M
  • Intenta fagocitar las reivindicaciones del 15 M
  • El leitmotiv central del discurso “Ambición y Realismo” es un triste y pobre remedo descafeinado del “Se realista, pide lo imposible” del mayo francés del 68, para acabar con un manido “hagamos que suceda”, ¿qué suceda qué?

En definitiva, cada vez somos más los que necesitamos y nos merecemos políticos mejores que estos.




NOTA DEL AUTOR DEL BLOG:



Dado que como comentario a este blog no puede aparecer, dada su extensión, y que considero que merece la pena su lectura, publico excepcionalmente esta respuesta como una entrada más del Blog.
Esta es la réplica de Ángel a la entrada del Blog:

"Yo creo que cambiaría el lema de que cada vez somos más los que nos merecemos
unos políticos mejores que estos, por este otro: tenemos los políticos que nos
merecemos. En una sociedad belénestebanizada como ésta, me pregunto si los
ciudadanos somos mejores que estos políticos o estamos en su entorno. Si miro a
nuestros profesionales, jóvenes y demás personal, no veo mayor calidad. Todo es
cuestión de oportunidades. Cuántos de los "indignados" de ese tan popular
movimiento del "15 M" no cambiarían su indignación por su satisfacción si
tuvieran las mismas oportunidades de pastelear, robar y corromperse que tienen
los políticos. En cualquier caso, su tasa de corrupción no sería mucho más baja.
No, creo que, por su exposición pública y por su pretendida ejemplaridad, por
ellos explotada, sin duda, interesadamente, a los políticos se les pide mucho
más de lo que nos pedimos a nosotros mismos. No conozco a ninguna persona
totalmente honrada: ¿por qué los políticos deberían serlo más que los demás
ciudadanos?. Y no nos equivoquemos: la única diferencia es que a ellos, a pesar
de sus intentos por tapar sus vergüenzas, se les ven mucho más

Por eso, aunque veo un intento bastante honesto de evaluar a Rubalcaba, creo
que, al final, emerge el problema de siempre: la referencias utilizadas para
cada evaluación. Parece que a los ciudadanos porque son pobres, porque sufren,
porque son anónimos se les puede aplicar un sistema de referencia menos estricto
que a los políticos. A los primeros se les achaca de principio el sistema de
referencia de víctima -no digo que no lo sean en una cierta medida- y a los
segundos el de la utopía. Este estatuto del ciudadano, con ser cierto, no es
toda la verdad, sino sólo una parte. Por eso, nos impide ver sus múltiples
corrupciones. Por ejemplo, una muy significativa. Cuando votan se creen que
ejercen únicamente un derecho, no a la vez una obligación. Cuántos de los que
votan -y de los que no votan- cumplen sus obligaciones democráticas de análisis
político riguroso. Votar es un derecho. Y una obligación. Para los inventores de
esto, la democracia sólo se podía dar entre los griegos porque eran los únicos
capaces de pensar políticamente. Qué sentido tiene la democracia sin pensamiento
político . Ninguno, verdad. Cuántos, por tanto, de esos ciudadanos actúan con su
voto a través de pensamiento político. No, no votan los ciudadanos. Votan los
medios de comunicación, la publicidad, la Iglesia -ésta vota mucho más de lo que
parece- y vota ante todo la comodidad mental de los ciudadanos. No, no son
idiotas, sino cómodos mentales. El recorrido mental de la mayor parte de los
ciudadanos es ultracorto y acompañado de los que le dicen lo que tienen que
pensar. Y lo peor, es que no es por falta de inteligencia, sino de esfuerzo y
pasión por comprender. Si no, no se explicaría lo que votan. Si votan a
políticos que roban, mienten y se mofan de ellos, por qué y para qué van a
mejorar éstos, si así les siguen votando. No, los ciudadanos no son víctimas,
sino cómodos, pasivos mentales y conformistas. Tanto los que votan, como los que
no votan.

Entonces, si a los "pobrecitos" ciudadanos les aplicamos como referencia para
evaluarlos el estatuto de víctima, por qué aplicamos a los políticos el de la
utopía. De una forma, más o menos latente, éste es el elemento de base. Veo en
tu blog un gran esfuerzo por ser honesto. Pero, al final, se trasluce tenuemente
la utopía latente. Utopía que intenta salvar a unos y condenar a otros. Si no
respondete: ¿eres capaz de nombar, no ya 5 políticos buenos, sino 3, quizá 1?.
Ahí está el problema: camuflamos nuestra alta necesidad de autoestima dentro de
ese fondo de saco llamado pueblo mitificándolo y aplicamos a la política un
baremo mucho más exigente. No nos gusta ningún político porque en el fondo no
los queremos de la realidad, sino del mundo de la magia, de lo imaginario y de
la utopía. Por eso, no nos gusta ninguno. No, no buscamos un político, sino un
dios, un ídolo. Buscamos creer en algo metafísico. Muerto Dios, queremos que los
políticos cumplan su función social. El problema es que cada vez hay mayor
competencia, más dioses menores en pugna y más mediocridad. Por eso, no les
perdonamos que no nos dejen soñar, que nos despierten. Por eso, les codenamos.
Cuando en lo mundano no son peores que nosotros. No creo que en las mismas
condiciones los políticos y sus organizaciones tengan más tasa de corrupción o
de mentira que banqueros, sindicatos, patronales, institutos, universidades u
organizaciones internacionales. Lo único que habría que saber es qué son de
verdad y qué se puede esperar de ellos con la misma exigencia y referencias que
a los demás. Si no, juzguemos a todos los demás colectivos y organizaciones con
el tamiz de la utopía. Cómo saldrían. Igual o peor.

No, no defiendo a los políticos, crítico a quienes anclados en lo óptimo
desprecian lo bueno. ¿Hasta cuando hay que esperar la llegada de la utopía?.
Mientras tanto, la realidad politica y social se crea y se recrea a través del
voto y de los representantes, quizá, más mediocres. A mí, Rubalcaba con R o con
P de Pérez me parece, con sus luces y sus sombras, de lo mejor. Si se quita la P
de Pérez es por cuestión de publicidad probablemente. Pero qué le vamos a hacer,
es lo que funciona para los ciudadanos. No creo que le falte personalidad para
ponerse la P, pero qué queremos la publicidad es lo que mejor se adapta con el
recorrido mental que la mayor parte de los ciudadanos está dispuesto a hacer. No
creo, desde luego, que escuche sólo lo que quiere oír. Una persona inteligente
como él, escucharía atentamente aunque sólo sea por interés. Estoy bastante
convencido de que podría hacer buenas cosas. Y no las ha hecho hasta ahora
porque le han venido muchas dadas. Ya lo dijo, y está en la historia del PSOE,
cuando pueden lo hacen. Fíjate en las políticas sociales de la primera
legislatura de Zapatero. Creo que nos perderemos un excelente presidente de
gobierno. En su sustitución tendremos lo que nos merecemos en función de nuestra
pereza colectiva. Creo que he conseguido conectar algunas ideas sin llamar tonto
a nadie. Es un logro a estas alturas.

Ángel"

1 comentario:

Toni García dijo...

Vamos, que le das un aprobado por los pelos.
Yo diría que es el intento de no hundirse demasiado, de cara a las próximas elecciones. De no "perder por goleada" aprovechando el tirón del reformismo.
Ya no nos quedan políticos de "raza", políticos de verdad, empeñados en hacer posible lo imposible.
Una lástima.