Antialicantinos

En estos tiempos confusos que nos ha tocado vivir, observo no sin cierta preocupación la proliferación de elementos que bajo la piel de cordero del alicantinismo esconden feroces fieras que lo único que pretenden es sumir a esta nuestra guapa ciudad en el más profundo de los caos. Solo quieren, movidos por oscuros intereses sin duda, que Alicante se hunda. Se dedican a perder el tiempo escudriñando por oscuros rincones de la ciudad para buscar defectos, sin duda heredados de anteriores mandatos de otros partidos, a remover en la historia para sacar trapos sucios que ya deberían haber sido superado (¿a quién le interesa nada relacionado con temas tan antiguos como la Guerra Civil, o personajes tan añejos como el Doctor Rico?, a cuatro tarados frikis y poco más). Nos quitan la ilusión de ser alicantinos, cuando lloriquean por cuatro cables que no están del todo bien puestos, o cuando se movilizan para defender la pervivencia de edificios como los Silos de San Blas, intentando impedir la llegada del AVE, que será como todos sabemos la salvación económica de nuestra ciudad.
Son así, se pasan la vida cabreados, no agradecen lo que se les da, no saben pedir las cosas, creen que pueden exigir, y no se dan cuenta de que Alicante no les necesita, de que Alicante, esta Alicante de nuestros amores, esta Alicante guapa guapa guapa, lo que necesita es justo lo contrario, personas sensibles que se emocionen con el contemplar de la cara del moro y no vean las antenas que la coronan, que vean las fachadas del casco antiguo y eliminen mentalmente los cables, que crean que las estaciones del tram son lo mejor de lo mejor, al nivel de las del metro de Moscú por lo menos, que estén contentos y satisfechos de vivir en la que es, sin duda, la millor terreta del mon. Son muy peligrosos, os harán pensar, o al menos lo intentarán. Y como dice la Biblia "quien añade sabiduría, añade dolor", de modo que dejémosles en sus oscuros rincones, conspirando contra nuestra ciudad, reconcomiéndose, y nosotros vivamos en la alegría de la contemplación de esta bendición en la que nos ha tocado vivir, gracias a Dios, y que se llama Alicante

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