El gran líder

Ya está. El gran líder ha hablado. Con esa inmadurez blanda y taimada, que oculta a duras penas su verdadera cara (se le escapan contínuamente pequeños gestos que le muestran en realidad, tal y como es). Con ese tono gris y poco original que le caracteriza y que desde el insigne Aznar parece del gusto de la población en general. Con esa ristra de eslóganes breves y fáciles de entender, a la altura -sin duda- de su electorado. Con la eterna dicotomía bueno-malo, gente sacrificada en pos del bien común, frente a millones de personas que sólo buscan sus intereses y los de su partido. Buenos ciudadanos, gente de bien, frente a degenerados, aprovechados...

No hace mucho, en una contestación a otra entrada de este blog, un amigo me preguntaba si era capaz de nombrar a tres buenos políticos. Bien, en este momento, políticos en activo, pues la verdad es que no. Y el gran líder es un ejemplo e lo que digo. Ya no hay grandes líderes, porque ahora, de nuevo, como otras veces ha pasado, los grandes líderes se han apartado y han dejado la plaza a los amos, a quienes de verdad cortan el bacalao. A quienes se parten la caja cuando se convocan elecciones, porque están seguros de que a ellos ni les va ni les viene quién venza en ellas. Porque venza quien venza, ellos siempre ganan, y nosotros siempre perdemos.

Por eso, el gran líder, resulta aún más patético si cabe. Porque no manda nada, aunque lidere mucho, si es que lo hace. Que no. Que no lidera. Porque al gran hombre le salen respondones y respondonas por doquier. Se le amontona la faena.

Ahora, queda mucho por delante, queda la campaña, quedan las tertulias de gente sesuda y grave que siempre dicen lo mismo, y siempre dan los mismos razonamientos, quedan las apuestas, queda el juego, queda tenernos entretenidos con estas cosillas para que sigamos sin darnos cuenta de:

1.- Quién corta realmente el bacalao
2.- Por qué siempre cortan los mismos el bacalao
3.- Quién se lo come
4.- Para quién son las migajas que sobran

Algunos, espero que no muchos, se frotan las manos con esto de la democracia (ellos casi la están descubriendo, y desde luego que no la aplican en sus organizaciones), es un gran divertimento. No hay nada como ver al populacho entretenido en elegir qué marioneta van a usar ellos los próximos años.

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