Los que disfrazan inútilmente la realidad, hablando de lindezas como “la filosofía del fútbol”; cuelan señuelos turísticos disfrazados de tradiciones inexistentes, o hablan de amor, cuando en realidad quieren decir sexo, porque ellos han tomado el timón de la cultura.
Los que valoran el silencio, cuando en muchos casos no es más que ausencia de cosas que decir, porque dan sentido a muchas vidas vacías de contenido.
Los que valoran la palabra, cuando en muchos casos, no es más que una colección de frases célebres o pensamientos vacíos de contenido, porque por su convencimiento viven los fabricantes de agendas.
Los apocalípticos, que en todo ven señales de que ·"esto se acaba", porque quizás el mundo les de la razón.
Los integrados, que a todo le ven ventajas, porque todo son ventajas para ellos.
Los que, cuando les muestras tus sentimientos, te pierden el respeto, porque al menos, nos regalan un sentimiento.
Los que te "embarcan", para luego dejarte con el culo al aire, y sólo dentro de la barca, y a veces sin remos, porque ellos nos enseñan a sobrevivir.
Los que pagan la consideración con desconsideración. Los que, por tanto, confunden consideración con otras cosas, (quizás por que casi nunca son considerados nada por nadie), porque nos muestran la selva en la que nos movemos.
Los que piensan que ganar dinero es un mérito de primer órden, porque dan pábulo a toda una pléyade de personajes que, sin este convencimiento, no pasarían de ser patanes mediocres.
Los que plantean las relaciones como batallas por parcelas de poder, porque el poder seguirá siendo suyo, pero me harán creer que yo participo en él.
Los que usan con excesiva frecuencia el verbo "tolerar", en lugar de otros, como "comprender", porque serán tolerados, y nada más que tolerados.
De todos ellos, amigos, es el reino de la tierra y, estoy cada día más convencido, también el de los cielos.
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