
Podemos insultar a Rossell y a su cohorte de sibilinos pedigüeños y lloricas, podemos hacer huelgas, podemos incluso sumarnos a cada movilización que planteen los sindicatos, al tiempo que podemos criticarlos también, como no, y al 15M, y a quien se tercie.
Podemos inventarnos eslóganes, sentadas, ocupaciones, podemos repartir octavillas, podemos pintar pancartas, podemos poner chinas en los zapatos de los políticos, podemos acusarles de corruptos, exigirles que gestionen bien nuestro dinero.
Podemos gritar y gritar en contra de los recortes, podemos liarla parda, podemos plantarnos eternamente en la calle...
Pero si al día siguiente, o al otro, perdemos el culo por medio punto de comisión en nuestros ahorrillos y no miramos qué hace el banquero con ellos, cuanto manda, cuanto impone, cuanto hiere, cuanto daño nos hace...si todo esto se nos olvida, o no lo queremos ver, y miramos para otro lado, mientras recogemos nuestra cafetera de regalo por nuestra imposición...
O si, tras escuchar a cualquier empresario insultándonos en tanto que trabajadores, nos relacionamos con sus empresas en tanto que consumidores, sin plantearnos no consumirles ni un céntimo...
O si seguimos considerando como el gran símbolo de estatus la riqueza, el dinero, en lugar de considerar lo que realmente es, en la mayoría de las ocasiones: fruto de la opresión de muchos por parte de unos pocos ...
Si sólo pensamos que esto no es más que una cuestión económica o política, si no nos damos cuenta de que -de verdad- todos éstos nos consideran sus enemigos, y ellos SABEN, mucho mejor que nosotros, QUE SIN NOSOTROS y nuestros ahorrillos, y nuestra anuencia con sus símbolos de estatus, y nuestro consumo irracional, NO SON NADA...

Si nada de esto pasa, nada bueno nos va a pasar
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